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miércoles, 26 de septiembre de 2012

Un día en cifras: el diagnóstico de nuestra cartera

Antes de comenzar a aprender a ahorrar debemos poner en claro que es aquello en lo que más gastamos las mujeres. De este modo podremos localizar las fugas de dinero.

Hagamos un recuento de la rutina diaria más comun de la mujer y así distinguiremos los hábitos en los que estamos invertiendo.

Nos levantamos y tomamos un baño. Esto implica, jabones especiales para cada tipo de piel y champú y tratamiento capilar para cada clase de cabello. Claro, esto para las que son autosuficientes en el mantenimiento del cabello. Porque aquellas que prefieren las peluquerías, les toma mucho mas que una mascarilla de siete minutos, o sino veámoslo en números. Recientemente la consultora española DBK realizó un informe del análisis de las peluquerías en España, entre los resultados encontró que el importe total gastado de los españoles en peluquerías este año es de 3.550 millones de euros. Aunque esto no se compara a los 400 dólares que se gasta Catherine Zeta Jones en un exótico tratamiento capilar a base de trufas y caviar iraní, o a los 3.000 dólares que Hillary Clinton gastó en dos sesiones de peluquería, sigue siendo una cifra muy alta para un país en dificultades.

Después del baño procedemos al closet, lugar donde comienza la verdadera batalla. A pesar de que las mujeres realizan el 70% de los gasto en compras de todo el mundo, nunca encontramos que ponernos. Esta cifra fue revelada por el Boston Consulting Group (BCG), en el 2009. Esta investigación también predijo que entre el 2011 y el 2014, el volumen de compras hechas por mujeres aumentará hasta 15.000 millones de dólares. Aun así a la hora de vestir el gasto no solo es de dinero sino también de tiempo. Hace varios años la revista Muy Interesante publico un articulo en el cual se estimaba que las mujeres gastan en toda su vida el total  de 17 meses vistiéndose, mientras los hombres solo cinco. 
 

Cuando finalmente logramos llegar a un acuerdo con el closet y encontramos que llevar puesto, pasamos al tocador. Aquí se ponen en juego los productos para el cuidado de la piel y el maquillaje. Según un estudio sobre “Nuevos hábitos de belleza” elaborado por Serum7 de Boots Laboratories en el 2011, evaluando los cambios de la rutina de belleza en las mujeres españolas con la llegada de la crisis,  47% prefiere recortar sus gastos dedicados a ropa frente a los productos cosméticos. Además el 85% considera que la crisis no justifica un abandono de sus hábitos de belleza, pero, el 94% de las encuestadas, considera que la crisis les ha llevado a buscar productos más eficaces. Una actitud similar debería tomar Demi Moore. La actriz ha llegado a gastar 450.000 dólares -más de 350.000 euros- en retoques, tratamientos faciales e inyecciones de colágeno.

Una vez listas estamos para salir, debemos antes tomar un desayuno, por supuesto a este no le dedicamos tanto tiempo como al closet o al espejo pero si le prestamos el mismo cuidado. Como en la cocina no puede haber secretos, admitamos que nosotras  tendemos gastar mucho más dinero en productos que contiene muchas menos cosas. Pagamos casi el doble por un litro de leche deslactosada-semidescremada con 0% grasa y 0% azúcar, o invertimos en galletas de 15% fibra y 90% menos de gluten. Lo mismo ocurre con los múltiples tés y pastillas para bajar de peso que vemos en la televisión y probamos cada semana. Además con el descubrimiento de los tratamientos estéticos, hemos encontrado otro ente de inversión. Por ejemplo, Jennifer Aniston emplea 20.000 dólares al mes -unos 12.000 euros- en tratamientos anticelulíticos, sesiones privadas de yoga y dietas personalizadas.

Cuando por fin logramos salir de casa, nos programamos para dar lo mejor de nosotras en nuestras actividades laborales o estudiantiles y , cuéstenos lo que nos cueste, procurar vernos bien mientras lo hacemos. El problema es que ahora ya sabemos cuanto nos cuesta, ¿estamos dispuestas a seguir pagandolo a ese precio?

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